Era en hora temprana de un día de diciembre del año 2009, cuando el fino olfato de “Frijol” y la “Changa”, gatas domésticas y mimadas, notaron el inconfundible olor a gas L.P., para sin pérdida de tiempo alertar a los moradores del céntrico departamento de
Fue entonces, cuando las heróicas gatas dieron aviso con repetidos y apremiantes maullidos a los habitantes humanos de la casa. Sin importar el propio peligro que respresentaba la fuga para los felinos, además del riesgo de parecer muy insistentes y recibir un “zapatazo” dieron la alarma, cumpliendo con creces su obligación como mascotas y llevando sus obligaciones al límite hasta el campo del heroísmo.
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